Desde la publicación de los nuevos Reales Decretos y de los Decretos de cada comunidad autónoma (muchos todavía en borrador), queda claro que tanto la evaluación como la calificación deben ser por competencias. ¿Tiene sentido evaluar y calificar por competencias y hacerlo basándose en una escala sobre 10? Sinceramente, creo que no y en este artículo expongo los motivos.
En Catalunya hace siete años que en Primaria y en la ESO las calificaciones finales ya no son sobre 10. Se califica solo con cuatro posibilidades. Los nombres que se utilizan, según la normativa, son: No se consigue el logro, Logro Satisfactorio, Logro Notable y Logro Excelente.
Aunque pueda llevar a equívocos, el cambio no tiene nada que ver con un cambio de escara. No se trata de hacer lo mismo y dividirlo por 2,5. Sé que algunos docentes en Catalunya han hecho solo este cambio. Creo que eso no sirve de nada.
Justamente cuando entendamos que el cambio es mucho más significativo, entenderemos que no tiene demasiado sentido mantener la escala sobre 10. Muchas de las comunidades autónomas siguen con esta escala en los borradores de decreto que han publicado (la gran mayoría) y, en Catalunya mismo, el bachillerato también mantiene esta escala.
Vamos a ver qué sentido tiene evaluar solo con cuatro opciones y su relación directa con la evaluación y la calificación por competencias.
Evaluar solo conocimientos
Cuando lo que se quiere evaluar son solo conocimientos, puede tener sentido utilizar una escala numérica, sobre 10, sobre 100 o sobre lo que desee. Si el alumno debe saber las capitales europeas y le preguntamos 20, si el alumno acierta 15 podremos decir que ha hecho bien 15/20=0,75 (sobre 1) o 7,5 (sobre 10) o 75 (sobre 100) o 3 (sobre 4). Este número se calcula con toda la precisión que se desee y solo refleja los conocimientos que se han recordado sobre el total que esperábamos.
Si vamos un poco más allá, la cosa ya se tambalea, pero todavía podemos salir adelante. Si le pedimos al alumno que nos resuelva problemas matemáticos dados, de un tipo concretos que se han practicado (empiezan a aparecer competencias, pero todavía de forma tímida), podemos descomponer los problemas en partes, asignar una puntuación a cada parte y volver a realizar sumas y conversiones para obtener un número sobre la escala que desee. Digo que ya se tambalea, porque se hace difícil saber exactamente qué indica ese numerito. Por ejemplo, el alumno saca el mismo 7,5 del ejemplo anterior, y no tenemos claro lo que es. No es que haya hecho bien tres cuartas partes de los problemas, ya que es posible que no haya hecho bien completamente ninguno. Tampoco indica que sepa identificar datos o utilizar las herramientas en tres cuartas partes de los problemas. Simplemente, indica que el alumno ha conseguido tres cuartas partes de los puntos previstos, que poco tiene que ver con el aprendizaje.
Este numerito (7,5 en el ejemplo), es una media de todo. Por tanto, ya vemos que tiene poco de indicador de competencias.
Evaluación competencial
Pero ahora intentamos calificar con escala sobre diez lo que nos piden los decretos, la consecución de las competencias a través de los criterios de evaluación.
La cosa, en mi opinión, es imposible. La normativa no indica que debamos calificar tareas concretas. Cojamos ejemplos concretos. Uno de primaria. En la materia de Ciencias Naturales, uno de los criterios de evaluación de 3º y 4º es:
«Diseñar y realizar experimentos sencillos, utilizando diferentes técnicas de indagación, utilizando de forma segura instrumentos y dispositivos analógicos y digitales, para realizar observaciones, realizando mediciones precisas y registros para responder a la pregunta planteada.»
Para un trimestre o proyecto, debemos concretarlo más (recordemos que los criterios son para alcanzarlos al final del ciclo indicado).
Yo me veo capaz de hacer una rúbrica para poder decidir en qué grado el alumno ha logrado el criterio (especialmente si lo concretamos un poco). Puedo definir cuatro estadios o niveles y analizar hasta qué estadio ha llegado cada alumno. En la rúbrica aparecerán aspectos como si lo ha hecho autónomamente, si ha necesitado guía, si ha utilizado más de una técnica o si ha sido preciso.
Pero yo me vería incapaz de determinar con una nota sobre 10 cómo el alumno ha alcanzado ese criterio. Dividir este criterio en 10 niveles (suponiendo que no usemos decimales) o en 100 (si usamos uno) me parece una tarea imposible e irreal.
Cojamos otro criterio de ejemplo. Uno de secundaria, de la materia de Ciencias Sociales. Un criterio de 1º y 2º de ESO dice:
«Producir rigurosamente argumentos, aplicando las normas lógicas, retóricas y argumentativas, y detectando y evitando modos dogmáticos, falaces y sesgados para exponer las propias opiniones e ideas, tanto oralmente como por escrito.»
Creo que volvemos a estar igual que en el ejemplo anterior. Me veo capaz de hacer una rúbrica con cuatro estadios. Aparecerán aspectos de coherencia de los argumentos, de detección de dogmas, de conocimiento de normas lógicas, retóricas y argumentativas, de grado de autonomía en la producción de argumentos, etc. Pero me siento incapaz de definir 10 o 100 estadios diferentes para calificar este criterio.
Logros de criterios
Por tanto, creo que la calificación sobre la consecución de cada criterio que tengamos en un trimestre (o en un proyecto o en un curso entero) debemos hacerla de acuerdo con cuatro estadios. Sí, también habrían podido ser cinco, pero ya que la normativa catalana indica cuatro, dejadme que me parezcan bien cuatro. Y me parece correcta la nomenclatura en forma de logros (No se consigue el logro, Logro Satisfactorio, Logro Notable y Logro Excelente).
Y sí, en el Bachillerato también. Si hacemos un Bachillerato competencial y evaluamos por competencias a través de los criterios de evaluación que marca la normativa y que concretaremos en cada trimestre, no veo demasiado sentido en calificar con escalas sobre 10.
Ya sé que, nos guste o no, las calificaciones en el Bachillerato tienen una importante función de clasificación de los alumnos. Y esta clasificación es mucho más poderosa con escalas sobre 100 (sobre 10 con un decimal) que con cuatro estadios. Pero si no somos capaces de encontrar otra forma de clasificar a los alumnos para acceder a estudios posteriores, hagamos ponderaciones y conversiones a partir de los logros de los criterios (indicados con cuatro estadios). De hecho, en Catalunya esto ya se hace para obtener la nota de acceso a los Ciclos Formativos de Grado Medio. Pero no pervirtamos todo el sistema y no pongamos notas numéricas sobre 10 en los criterios (o en las actividades), ya que nos cargaremos la evaluación competencial.
No abordaré ahora el tema, pero seguro que podemos buscar formas de otorgar plazas para universidades y ciclos a los alumnos que no dependan exclusivamente de las calificaciones del bachillerato. De hecho, varios estudios indican que hacerlo como ahora, solo con las calificaciones, es una medida muy poco equitativa. Pero esto ya sería otra cuestión.
Hablo de mi libro 😉
No hace demasiados días, un docente de Bachillerato me preguntaba si publicaría una versión del qViC donde las calificaciones para indicar logros fueran con una escala de 10, en lugar de 4 estadios como la versión actual para cursos impares que publiqué a inicios de julio (versión que de momento solo está disponible en catalán). De hecho, la pregunta ha sido la desencadenante de esta entrada en el blog.
Su razonamiento era el que os he contado. Si las notas trimestrales las debe dar sobre 10, desea utilizar el cuaderno calificando actividades sobre 10.
Como os podéis imaginar, mi respuesta fue la que he expuesto aquí. Eso sí, hay que decir que en la versión de este curso, he añadido una casilla en la que aparece la calificación trimestral sobre 10 (haciendo las ponderaciones extrañas que comentaba antes) para que a los docentes de Bachillerato que lo empleen les sea fácil poder dar la calificación trimestral que les pedirán. Pero al menos espero que en su día a día trabajen con niveles competenciales de cuatro estadios.