En la última entrada del blog, hablaba de la importancia de empezar el diseño de un proceso de aprendizaje por los objetivos de aprendizaje, en lugar de hacerlo a partir de las tareas.
Últimamente, cuando hago cursos sobre evaluación, me doy cuenta de que una de las mayores dificultades que tienen los docentes para avanzar hacia la evaluación formativa es esta definición de objetivos. De hecho, me ha sorprendido, ya que parece que lo que los docentes deberíamos tenerlo más por la mano. Pero me doy cuenta de que no es así. Veo más facilidad al crear una lista de verificación, o una base de orientación, o al hacer un comentario a una tarea de un alumno, que al definir claramente objetivos competenciales. Y claro, remarco competenciales.
Por tanto, en esta entrada explicaré un poco el proceso que yo sigo. Como siempre, no para dar lecciones de nada, que seguro que habrá muchas carencias. Solo para ayudar a reflexionar.
Con la normativa actual, el currículum define competencias específicas que, en sí, ya son objetivos. Pero claro, solo los define para el final de cada etapa. No los define ni por cursos, ni por trimestres, ni por unidades, proyectos, etc.
Por tanto, como docentes, debemos plantearnos, ante un nuevo proceso de aprendizaje (unidad, trimestre, proyecto, etc.) unos objetivos más concretos que nos ayuden a alcanzar estas competencias que marca el currículum para el final de la etapa.
¡Y cuidado! Si se desea ir en la dirección de la evaluación formativa, tendrán que ser objetivos que los alumnos puedan entender. Y no solo eso, sino que puedan interiorizarlos y hacerse suyos. De hecho, habría que realizar alguna actividad inicial para que ellos los descubrieran o acabaran de definir. Pero esto sería otro tema. Al menos, definámoslos nosotros, pero que ellos puedan entender y seguir.
A mí me gusta definir los objetivos pensando que contengan 4 aspectos, además de empezar con un verbo y estas cosas más técnicas. No es una norma fija, y en algunos casos igual solo pondremos 3. Sin embargo, tenerla presente me ayuda a definirlos mejor.
No es una norma que me haya inventado yo. Varios autores hablan más o menos de ellos, pero desconozco si alguno lo define exactamente así (mil disculpas si es así, que no quiero apropiarme de nada). Algo similar se lo he oído a Ramon Grau
Estos cuatro aspectos son:
Conocimientos / Habilidades / Actitudes / Finalidad (o contexto)
(un paréntesis para los que todavía contraponen competencia y conocimientos. Como se ve, sin conocimiento no hay competencia)
Creo que la finalidad (a veces puede ser más bien un contexto) y las habilidades nunca deberían faltar en un objetivo competencial. Y los conocimientos, solo deberían faltar en casos muy concretos (aunque muchas veces están ahí sin ser explicitados).
En los currículums, las competencias ya suelen cumplir esta norma no escrita. Un ejemplo de primaria, de educación artística:
Si fuéramos estrictos, deberíamos sobreponer colores, pero creo que ya se ve la idea de los cuatro elementos.
Veámoslo en otro ejemplo, ahora de lengua en secundaria:
La idea es concretar las competencias en objetivos de aprendizaje alcanzables en un período de tiempo más corto, pero que todavía contengan estos elementos y que, además, los alumnos puedan entender y emplear.
¿Emplear para qué? Para saber si avanzan. Si los objetivos están claros, podemos diseñar instrumentos de evaluación (rúbricas, listas…) con los alumnos, para ver sus carencias y sus avances. Si hacemos coevaluación, el feedback que los alumnos se darán entre sí estará referenciado a estos objetivos. Si trabajamos con instrumentos de reflexión del aprendizaje (diarios de aprendizaje, porfolios, tickets de salida…) las reflexiones irán en torno a qué aprendemos y cómo aprendemos estos objetivos.
Como veis, si los objetivos estan claros, todo el resto de evaluación formativa girará en su entorno y encajará como un puzzle.
No quiero alargarme más, aunque el tema daría para mucho más, pero vemos algún ejemplo concreto. ¿Están los cuatro elementos en cada uno?
- Diseñar y construir con precisión máquinas para desplazar pesos de forma eficiente.
- Expresar con respeto las propias ideas de manera oral, de manera argumentada, clara y ordenada a partir de noticias actuales (aquí en lugar de finalidad, como decíamos, existe un contexto).
- Gestionar dinero, utilizando el cálculo mental con sumas y restas, para poder planificar diversas compras.
Seguro que todos son mejorables. Pero, a partir de cada uno de ellos, es sencillo pensar actividades competenciales para desarrollarlos e instrumentos (definiendo criterios de evaluación) que permitan que los alumnos sean conscientes de su proceso.
Ya sabemos que preparar procesos de aprendizaje (programar) no es un proceso lineal. Cuando tengamos claro los objetivos y empecemos a crear actividades, entraremos en crisis y replantearemos objetivos (o los matizaremos o afinaremos). Y cuando los llevemos al aula, también acabaremos de definirlos con los propios alumnos. Ya es eso lo que debe ocurrir, ningún problema. Pero tener el esquema mental lienal, sabiendo que es falso, creo que nos ayuda en este diseño de procesos de aprendizaje.
Gracias por la información