Últimamente leo muchos artículos pidiendo la evaluación sin exámenes. Y estoy de acuerdo, aunque hacer un examen un par de veces al año tampoco hace daño, que en la vida también hay que estar preparado para demostrar habilidades memorísticas (carnet de conducir, oposiciones, selectividad …). ¡Pero que quede claro, que he dicho un par de veces al año!
Por mi experiencia en diferentes centros, mayoritariamente la evaluación de los alumnos en las diferentes materias se basa en exámenes, trabajos de contenidos, dossieres de ejercicios en clase y alguna exposición oral. De hecho, los exámenes no faltan nunca y las otras aparecen con mucha menos frecuencia.
Y, también en su mayoría, estas actividades se utilizan como comprobación de que el alumno ha aprendido. Se hacen ejercicios en clase, se explican unos contenidos… y para comprobar que el alumno lo asimila se hace alguna actividad de evaluación de las que he citado (trabajo, dossier, examen …).
Pero las actividades de evaluación yo las entiendo como una parte importantísima del proceso de aprendizaje, no como un comprobación.
Para no concentrar las críticas sólo en los exámenes, tomemos por ejemplo un dossier de clase. ¿De qué le sirve a un alumno entregar un dossier al profesor a final de trimestre y que se le devuelva corregido con una nota? ¿Esto le ha ayudado a aprender o es sólo una medida de control?
Cuando pido dosieres de clase a los alumnos, no es para controlar que la están haciendo, sino para que aprendan. Por tanto, paso mesa por mesa, lo pido y lo miramos con el alumno. Revisamos qué tiene, qué le falta… Y le pido que lo mejore de acuerdo con lo que hemos hablado. Vamos, intento que la actividad de entregar el dosier provoque la reflexión de su aprendizaje. Y reflexionando, aprende mucho más.
Y esta posibilidad de mejora tiene otra implicación tanto o más importante que la reflexión. El alumno parte de su trabajo inicial sin ninguna nota, sólo comentarios, y lo mejora. Por tanto, se compara con él mismo (y no con otros compañeros) para superarse y realizar mejor. No puede compararse con los compañeros porque no tiene ninguna nota, de momento.
Todo el proceso lo documento, por tanto sé qué carencias tenía el primer dossier que ha entregado, las mejoras que tiene el segundo (y el tercero o cuarto … si es necesario). Y, si hablamos de notas, sólo un dosier hará que en mi libreta de notas (digital, evidentemente) aparezcan 3 o 4 numeritos, con un clara evolución que me indica si el alumno está aprendiendo.
Lo mismo ocurriría con trabajos que se soliciten a los alumnos. ¿Tiene sentido pedir un trabajo, recibirlo, corregirlo y volverlo? Ciertamente que con los comentarios que hacemos el alumno sabrá cuáles son sus carencias. Pero me parece más interesante especificar bien qué aspectos queremos que aprenda haciendo el trabajo (aquí las rúbricas nos pueden ayudar mucho) y hacer un seguimiento de la tarea para que pueda ir mejorándolo y, así, mejorar el aprendizaje.
La actividad de evaluación debería servir para que el alumno aprenda, no para que el profesor controle si el alumno sabe o no.
Lógicamente, algunas actividades de evaluación se prestan más a esta reflexión y mejora. En otras, y los exámenes son el ejemplo típico, es muy, muy difícil. Se intenta con los exámenes de recuperación. Si el alumno suspende un examen, se le muestran los errores y se le hace un de recuperación. Pero como principalmente evalúan contenido memorísticos (sino, ¿porque no les dejamos hacerlos con apuntes, ordenadores …?), no hay reflexión posible sobre el aprendizaje.
Habría que enmarcar este concepto de actividad de evaluación en un cambio metodológico en el aula. Tiene poco sentido hacer clases magistrales y luego querer hacer este seguimiento de las tareas y mejorarlas. Pero el artículo sólo quería provocar la reflexión de aquellos que ven la evaluación como una herramienta de control del profesorado para ver si sus alumnos saben o no.
En otro artículo explicaré cómo utilizo las rúbricas en esta concepción de actividades de evaluación, para provocar la reflexión de los alumnos en su proceso de aprendizaje. Y qué peligros puede tener un mal uso, que puede provocar mucho trabajo y que no sirvan para esta reflexión.