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La verdad es que me debo hacer mayor y cada vez me cuesta más alinearme en uno u otro bando. Y ya sé que esto es ir en contra de la sociedad, cada vez más polarizada.
Si eres de un equipo de fútbol, el rival siempre es peor y siempre recibe ayudas extras. Si eres de un partido político, nada puedes decir de la corrupción del tuyo y, en cambio, siempre debes criticar al otro, aunque haga propuestas coherentes y acertadas.
Si eres docente, no te salvas. Sin tener carnet, parece que se hacen bandos y te encasillan sin ni siquiera preguntarte. Recuerdo, no hace mucho, que alguien me tildaba de ser «de la Bofill» (una fundación catalana que trabaja temas de educación). Y no lo decía por alguna relación contractual, que nunca la he tenido, sino como si fuera algo ideológico. Y, como quiero reivindicar con este modesto artículo, me rebelo contra esos bandos. La Bofill tiene estudios que me parecen muy acertados y que merece la pena leer, y tiene actuaciones que me hacen sentir más bien vergüenza ajena, tensando esta polarización. Y es normal que mucha gente puede decir lo mismo de mí. Y es bueno. Recuerdo un tuit de alguien que decía que conmigo tenía un sentimiento cruzado. Estaba muy agradecido por haber creado CoRubrics, pero no estaba para nada de acuerdo con mis opiniones sobre la evaluación competencial (él no lo dijo así, pero seguro debería también sentir vergüenza ajena). Y, con ese respeto, es muy bueno y muy sano.
Repaso mi blog y, si alguien quiere ponerme en algún bando, no verá más que contradicciones. Y gracias a esto, puedo tener conversaciones con muchas personas que piensan diferente y me enriquecen.
Defiendo, sin lugar a dudas, la necesidad de la memoria en la educación. Podríamos hablar de cómo conseguir que el alumnado aprenda algunos conceptos de memoria, pero no me cabe duda de que es muy necesaria. De ahí a basarlo todo en aprender de memoria y volcarlo en un examen, hay un abismo. Aquí hablaba de ello.
Igualmente, he defendido y defiendo el trabajo por proyectos. Creo que, además de las competencias específicas de las áreas o materias que intervienen directamente, aporta al alumnado competencias transversales muy necesarias (y normalmente no se evalúan en las pruebas internacionales): trabajo en equipo, autonomía, comunicación, etc.
Pero de ahí a organizarlo todo por proyectos, también va un abismo. He defendido y defiendo la utilización de metodologías diversas. Creo que vamos mal cuando un centro se define básicamente por utilizar una sola metodología. Hablaba aquí de ello.
La experiencia me dice que la visión restaurativa ayuda mucho a tener un buen clima de aula y a responsabilizar a los alumnos. Pero justo hace un año, en un equipo docente de 1º de la ESO, fui yo quien pedió a la dirección que un alumno fuera expulsado una semana del centro. ¿Actuaciones contradictorias?
A todo esto, yo lo llamo el camino del medio. Cierto que es una postura un punto incómoda, ya que siempre tienes discrepancias (pequeñas o grandes). Pero es tremendamente enriquecedor. Pensar por uno mismo, leyendo y escuchando mucho, contrastando con la propia experiencia, revisando lo que has hecho para mejorar y, sobre todo, equivocándote mucho.
El camino del medio no te permite tener tu «club» y hace que, a veces, aquellos con quienes coincides a menudo, de repente, no entiendan tu discurso. Porque no cuadra con lo que el «club» predica. Pero, si tenemos que entendernos y remar todos para mejorar la educación, debemos estar dispuestos a tomar el camino del medio.
Un camino que, de verdad, no está en el medio. De hecho, al menos en mi caso, hace zigzags. En determinados aspectos se acerca más a un lado y, en otros, se acerca más a otro.
Esto hace que haya personas actuales que para mí son referentes o por lo menos que me provocan reflexión, con las que muchas veces no estoy de acuerdo y en muchas otras sí. Ciertamente con algunos gana estar de acuerdo y con otros gana no estarlo. Pero con todos encuentro coincidencias. Y cito algunos nombres, de los muchos que podría citar, para que se entienda la diversidad: Jaume Cela, Coral Regí, Gregorio Luri, Boris Mir, Jordi Martí, Héctor Ruiz, Juan Fernández, Sergio del Moral, Elena Ferro, Roger Fusté… Algunos rápidamente les podríamos poner en diferentes bandos. Si lo dice tal, que parece más bien afín a no sé qué, ya lo escuchamos con desconfianza.
Creo que, seguramente, este camino del medio es la clave para avanzar. Hace que un día estés defendiendo posturas firmemente junto a uno de los bandos que no sé demasiado bien quién ha establecido y, al día siguiente, en otro aspecto, estés justamente con el otro supuesto bando. Pero siempre, con un punto de separación que te permite buscar la empatía y la comprensión con el que piensa distinto, por distinto que sea.
Ya leo el pensamiento de alguno que dirá: «mucho camino del medio, pero con el tema de la evaluación y las calificaciones no te veo yo mucho por el medio». Y seguramente va a tener toda la razón. Pero es que tomar el camino del medio es más una actitud de no querer hacer bandos y enfrentamientos que una posición concreta en algún aspecto educativo.
Y nada, después de desahogarme un poco en el blog, que básicamente para eso lo tengo, después de casi un año de no verter nada (y no será por no tener temas), volvemos a la hibernación temporal.
